martes, 28 de marzo de 2017

Qué es el Patrimonio




QUÉ ES EL PATRIMONIO?[i]

Lo que denominamos en términos generales patrimonio es un conjunto de bienes, tanto naturales como culturales, es decir producidos por el ser humano, a lo que asignamos determinados valores en relación con la historia, el arte, las tradiciones, la ciencia, etc.

El patrimonio se constituye, por lo tanto, en un elemento fundamental para la determinación de la identidad una determinada comunidad. A su vez, el patrimonio cultural está integrado tanto por componentes tangibles o materiales (edificios, áreas, ciudades, sitios arqueológicos, objetos, etc.) como intangibles o inmateriales (idioma, música, tradiciones, etc.).

A lo largo del siglo XX, el concepto de patrimonio pasó por un proceso continuo de ampliación, tanto en el tipo de bienes componentes como en la escala de los mismos. Restringido en principio a las grandes creaciones de la humanidad, hoy abarca una amplia gama de bienes que va desde las obras maestras hasta las creaciones más modestas, así como desde objetos hasta la escala territorial. Entre los componentes del patrimonio cultural tangible, durante la última década se han incorporado nuevas categorías como paisajes o itinerarios culturales, que extienden la noción de patrimonio a la escala territorial e incluyen la interacción permanente entre el hombre y la naturaleza.

La identificación, protección y conservación del patrimonio cultural ha dejado de ser considerada un ítem marginal y se la integra como uno de los aspectos fundamentales, en políticas, planes y programas de planificación urbana y territorial

Por un lado, se reconoce como un compromiso de la sociedad el mantener, reforzar, difundir y proteger los elementos que tienen una incidencia directa en su identidad cultural.
Por otra parte, los bienes componentes del patrimonio constituyen valores económicos.

El patrimonio es uno de los elementos esenciales para el desarrollo del turismo, actividad que ha pasado por un extraordinario desarrollo durante las últimas décadas y se ha erigido, en algunos países, como una de las principales fuente de ingresos y generación de empleos.
Una ciudad con un patrimonio descuidado, ignorado o en franco estado de abandono dará una imagen de pobreza no sólo material sino, particularmente, espiritual. Por lo contrario, la presencia de un patrimonio cultural rico y protegido es sinónimo del reconocimiento y orgullo de los habitantes por su propia identidad, de su cuidado por la calidad del ambiente y de su creatividad y disposición para ofrecer lo mejor de sí mismos a los visitantes.


DEFINICIÓN DE PATRIMONIO Y SU EVOLUCIÓN EN EL TIEMPO

En una primera aproximación a la definición de patrimonio, se dice que la palabra tiene, en lengua española, dos acepciones básicas.
Por un lado hace referencia a un conjunto de bienes, que son propiedad de una persona, una sociedad, un Estado, etc., que pueden traducirse en un valor económico. Pero a la vez la palabra patrimonio tiene el sentido de herencia, es decir todo aquello que se recibe de los padres o de generaciones anteriores. En esta última acepción es que la palabra que remite a su origen etimológico, el término latino pater, padre.

Cuando se habla de patrimonio cultural o natural se está haciendo referencia a un conjunto de bienes, pero no cualquier tipo de bienes sino a un conjunto más bien restringido, cuyos componentes han sido seleccionados en función de determinados valores, que pueden estar asociados a la historia, el arte, la ciencia, etc. El patrimonio cultural está compuesto por bienes producidos intencionalmente por el ser humano, sean materiales o inmateriales, en tanto que el patrimonio natural incluye bienes en los que el ser humano no ha tenido intervención. 

Cómo nació y evolucionó el concepto de patrimonio. 

Los antiguos romanos denominaban monumentum a las construcciones que habían sido erigidas con el fin de hacernos recordar algo:
  • un personaje,
  • un suceso,
  • una campaña militar, etc.
La palabra deriva del verbo latino monere, que quiere decir justamente recordar.
En este sentido, eran monumentos:
  • los arcos de triunfo,
  • las columnas conmemorativas,
  • las lápidas, etc.
Esta acepción de la palabra monumento, ligada a la idea de recordar o conmemorar, se utiliza aún en la actualidad. Cuando hablamos, por ejemplo, del monumento a un determinado prócer, estamos haciendo referencia a un objeto material (una escultura, un monolito, una placa) que tiene como finalidad rememorar, es decir hacernos recordar, la figura de ese personaje determinado.
Debieron pasar casi mil años desde la caída del Imperio Romano para que surgiera otro concepto que se utiliza hasta la actualidad: monumento histórico

Según algunos autores, especialmente Françoise Choay, la idea de monumento histórico es propia del Renacimiento, se origina en Italia hacia el siglo XV.
Hay que recordar que el Renacimiento fue uno de los movimientos culturales más importantes de la historia del ser humano. Se basó en una vuelta a valores y principios estéticos de la antigüedad clásica, principalmente la antigua civilización romana. Lo que los intelectuales, escritores, artistas y arquitectos del Renacimiento quisieron de alguna manera hacer “renacer” era la antigua Roma.   

Los restos materiales de la antigüedad romana, es decir las ruinas de edificios y construcciones de diverso tipo, eran fuentes invalorables para el conocimiento de aquella civilización.
La visita a los sitios permitía un contacto directo; las ruinas se podían ver, tocar, medir, etc. Eran monumentos, en el sentido que evocaban a esa civilización del pasado, pero, justamente admitiendo que pertenecían a una cultura ya desaparecida, que había quedado atrás en el tiempo, es que se agregó el adjetivo “histórico”.
En este momento inicial de la consideración de los monumentos históricos, el concepto era absolutamente restringido y se limitaba a los testimonios tangibles del pasado romano, localizados en la península itálica.  Con el correr del tiempo, el concepto se fue haciendo más comprensivo, al incluir bienes pertenecientes a otros períodos de la historia o localizados en diferentes regiones del planeta.

Cabe consignar, no obstante, que prácticamente hasta las primeras décadas del siglo XX el concepto de monumento histórico fue aplicado únicamente a bienes altamente relevantes desde el punto de vista histórico o estético, a las grandes obras maestras del genio creativo humano o a edificios que habían sido escenario o testigos de hechos históricos memorables.
Hacia mediados del siglo XIX el concepto de monumento histórico comenzó a expandirse, incluyendo otro tipo de bienes, no necesariamente obras maestras o escenarios de acontecimientos importantes.
En Inglaterra, por ejemplo, se comenzó a tener en cuenta el entorno de los monumentos. Cuando se observaba a los monumentos, catedrales o palacios, se notaba que no se encontraban aislados, sino insertos en un contexto, que podía ser urbano o rural.

En caso de contextos urbanos, los edificios que rodeaban a los monumentos, muchas veces modestos y con escaso valor en sí mismos, pasaban a ser importantes porque eran los que definían las perspectivas o el escenario en el que el monumento lucía todos sus valores. John Ruskin, a partir de su valoración de la arquitectura doméstica, consideró al tejido urbano como un objeto patrimonial a ser protegido. Según su visión, la ciudad en su conjunto juega el papel de un monumento histórico.

En Italia, a fines del siglo XIX, se comenzó a hablar de la “arquitectura menor”, es decir aquella que no tenía carácter monumental pero que reflejaba ciertos valores vinculados con la tradición, con una modalidad particular de habitar y de construir las ciudades.
Con estas consideraciones, se introdujo la noción de centros históricos como una categoría patrimonial a la vez que el patrimonio comenzaba a vincularse a una cuestión que a lo largo del siglo XX sería fundamental: la identidad. Una idea de patrimonio más amplia, no referida sólo a las grandes obras maestras, sería el reflejo de la identidad cultural de una comunidad determinada.

En lo que concierne a la naturaleza, se sabe que fue un motivo de admiración, estudio e inspiración desde la Antigüedad. Durante los siglos XVII y XVIII se dieron grandes progresos en el mundo científico, que incluían un estudio sistemático de la naturaleza a través, por ejemplo, de la clasificación científica de los mundos vegetal y animal.

El movimiento romántico, surgido desde fines del siglo XVIII y con gran auge durante la primera mitad del siglo XIX, aportó una nueva visión de la naturaleza en la que se la tomaba como un objeto de culto estético. La naturaleza era, para los románticos, un objeto de contemplación y de reverencia.
Los Estados Unidos de Norteamérica hicieron un aporte importante en lo que concierne a la consideración de sitios naturales en carácter de patrimonio, a través de la creación de un concepto de protección que alcanzaría gran difusión en todo el mundo:  

los parques nacionales.
Un documento de 1964, la Carta de Venecia, refleja los avances que se habían dado en este campo a lo largo del siglo XX. 

En ese documento, se define a los monumentos como sitios urbanos o rurales que ofrecen el “testimonio de una civilización particular, de una fase representativa de la evolución o progreso o de un suceso histórico”, aclarándose que el concepto se refiere “no sólo a las grandes creaciones sino igualmente a obras modestas que han adquirido, con el tiempo, un significado cultural”.

Como se verá, estos términos no dejan de prestarse a interpretaciones, pero lo cierto es que durante la segunda mitad del siglo XX y lo que va del presente, se incorporaron al patrimonio material construido bienes que corresponden a:
  • las arquitecturas populares,
  • al mundo industrial (fábricas, bienes ferroviarios, puertos, etc.),
  • bienes modernos, correspondientes al siglo XX,  etc.
Conjuntamente con los avances en el campo conceptual, ha crecido el interés por parte de la comunidad, que pasó del campo de los eruditos a un público mayor en número y diversificado en cuanto a edades y formación
Los avances no sólo en el concepto de patrimonio sino en la misma historia del arte y la arquitectura, sumado a los aportes de ciencias como:
  • la antropología,
  • la arqueología y
  • la etnología
Todo esto conducía a abandonar la idea de monumentos aislados a favor de “agrupaciones culturales complejas y multidimensionales”, dejando de lado una visión puramente arquitectónica del patrimonio.
Resultaba necesario entonces incorporar tipos, regiones y períodos poco representados en el mundo patrimonial.

Uno de los avances más significativos en la evolución del concepto de patrimonio reside en una ampliación de la escala, que lleva hoy la idea del patrimonio hasta la consideración del territorio.
Durante los últimos veinte años se ha dado un avance notable en la teoría del patrimonio, a través de la incorporación de nuevas categorías patrimoniales, entre las que se destacan los paisajes culturales y los itinerarios culturales. También ha ganado importancia la consideración del patrimonio intangible o inmaterial.
La idea de paisaje cultural no es nueva, ya que el concepto fue definido en 1929 por el geógrafo norteamericano Carl Sauer, invocando la modificación del medio natural por un grupo cultural. Sin embargo, el concepto cobró fuerza en la década de 1990, en que se lo incorporó en las Directrices prácticas para la aplicación de la Convención del Patrimonio Mundial.

UNESCO define a los paisajes culturales como “la obra conjunta del ser humano y la naturaleza” y se reconocen tres posibles subcategorías de paisaje cultural:

El paisaje diseñado y creado intencionalmente por el hombre, lo que comprende jardines y parques construidos con intenciones estéticas, los que a menudo, aunque no siempre, están vinculados con edificios o conjuntos edilicios monumentales.

El paisaje evolutivo, resultado de un imperativo inicial de tipo social, económico, administrativo o religioso, que se ha desarrollado hasta su situación presente asociado y en respuesta a su entorno natural. En esta categoría es posible identificar dos tipos: el paisaje cuyo proceso evolutivo concluyó en algún momento del pasado pero sus rasgos distintivos son aún visibles (paisaje relicto) y el que continúa con un proceso evolutivo hasta el presente, jugando un papel activo en relación con la sociedad contemporánea a la vez que exhibiendo evidencias materiales de su evolución a lo largo del tiempo.

Los paisajes culturales asociativos, es decir vinculados a eventos religiosos, artísticos o culturales, en los que pueden ser insignificantes o aun ausentes evidencias materiales.   
Durante la década de 1990 y lo que va del nuevo siglo, el patrimonio inmaterial o intangible ha ganado un lugar de privilegio en lo que concierne a estudios, reuniones científicas y documentos internacionales.

Su evolución puede ser seguida a través de una serie de documentos, en cuya gestación y aplicación cabe a UNESCO un papel fundamental, que, en un lapso que excede en poco los diez años, contribuyen a que haya ganado la fuerza y difusión actuales. 
En noviembre de 1989 la Conferencia General de la UNESCO aprobó la Recomendación sobre la salvaguardia de la cultura tradicional y popular, definida como “el conjunto de creaciones que emanan de una comunidad cultural fundadas en la tradición, expresadas por un grupo o por individuos y que reconocidamente responden a las expectativas de la comunidad en cuanto expresión de su identidad cultural y social; las normas y los valores se transmiten oralmente, por imitación o de otras maneras. Sus formas comprenden, entre otras, la lengua, la literatura, la música, la danza, los juegos, la mitología, los ritos, las costumbres, la artesanía, la arquitectura y otras artes”. Con este texto, la consideración de un patrimonio inmaterial adquiría importancia y difusión internacional.
El reconocimiento del patrimonio inmaterial quedó plasmado asimismo en la distinción establecida en 1999 por UNESCO referida a “obras maestras del patrimonio oral e inmaterial”, que incluye formas de expresión orales y tradicionales como lenguas, literatura oral, danzas, música, juegos, mitología, rituales, costumbres y técnicas artesanales.


¿POR QUÉ ES IMPORTANTE EL PATRIMONIO?

Patrimonio e identidad En el apartado anterior ya se perfilaron algunas cuestiones en relación a por qué es importante el patrimonio, al vinculárselo con la identidad cultural de la comunidad.
Algunos autores contemporáneos, inclusive, definen al patrimonio como el referente de la identidad cultural de la comunidad. Veamos qué quiere decir esa frase. 
El tema de la identidad, de por sí, es sumamente complejo, ya que se puede abordar desde campos disciplinares como la filosofía, la psicología o la antropología. Dado que en este momento estamos en una etapa de introducir conceptos generales que permitan comprender qué es el patrimonio y por qué es importante, haremos sólo una referencia breve y lo más simple posible.

En una primera aproximación, entendemos a la identidad  como  aquellos rasgos que distinguen a un  sujeto de los demás, o la pertenencia de una persona a una determinada comunidad cultural, en la que comparte con otras personas las mismas creencias y los mismos valores básicos.
En el caso de entidades colectivas (etnias o nacionalidades), identificar a un pueblo  sería  reconocer los rasgos que permitan diferenciarlo frente a otros grupos: el territorio en que habita, lengua que habla, los rasgos culturales, la memoria histórica, las tradiciones. Es decir, se trata de componentes que son reconocidos como propios y distintivos por todos los integrantes de una determinada comunidad.

En este marco, más que breve para un tema tan complejo, queda claro por qué es importante el patrimonio. Un determinado paisaje, un monumento histórico, un tradición o festividad que son reconocidos por la comunidad como propios, son algunos de los objetos, materiales o inmateriales, en los que ese grupo se siente identificado.


[i] Apunte del Posgrado Patrimonio y Turismo Cultural. Cátedra UNESCO/ UNTREF.

Documentos Internacionales-Carta de Venecia



1964 - Carta de Venecia - ICOMOS
CARTA INTERNACIONAL SOBRE LA CONSERVACIÓN
Y LA RESTAURACIÓN DE MONUMENTOS Y DE
CONJUNTOS HISTÓRICO-ARTÍSTICOS

II Congreso Internacional de Arquitectos y
        Técnicos de Monumentos Históricos, Venecia 1964

Aprobada por ICOMOS en 1965
"Cargadas de un mensaje espiritual del pasado, las obras monumentales de los pueblos continúan siendo en la vida presente el testimonio vivo de sus tradiciones seculares. La humanidad, que cada día toma conciencia de la unidad de los valores humanos, los considera como un patrimonio común, y de cara a las generaciones futuras, se reconoce solidariamente responsable de su salvaguarda. Debe transmitirlos en toda la riqueza de su autenticidad.
Por lo tanto, es esencial que los principios que deben presidir la conservación y la restauración de los monumentos sean establecidos de común y formulados en un plan internacional dejando que cada nación cuide de asegurar su aplicación en el marco de su propia cultura y de sus tradiciones.
Dando una primera forma a estos principios fundamentales, la Carta de Atenas de 1931 ha contribuido al desarrollo de un vasto movimiento internacional, que se ha traducido principalmente en los documentos nacionales, en la actividad del ICOM y de la UNESCO y en la creación, por esta última, de un Centro internacional de estudios para la conservación de los bienes culturales. La sensibilidad y el espíritu crítico se han vertido sobre problemas cada vez más complejos y más sutiles; también ha llegado el momento de volver a examinar los principios de la Carta a fin de profundizar en ellos y de ensanchar su contenido en un nuevo documento. En consecuencia, el II Congreso Internacional de Arquitectos y de Técnicos de Monumentos Históricos, reunido en Venecia del 25 al 31 de mayo de 1964, ha aprobado el siguiente texto:

DEFINICIONES
Artículo 1º - La noción de monumento histórico comprende la creación arquitectónica aislada así como el conjunto urbano o rural que da testimonio de una civilización particular, de una evolución significativa, o de un acontecimiento histórico. Se refiere no sólo a las grandes creaciones sino también a las obras modestas que han adquirido con el tiempo una significación cultural.
Artículo 2º - La conservación y restauración de monumentos constituye una disciplina que abarca todas las ciencias y todas las técnicas que puedan contribuir al estudio y la salvaguarda del patrimonio monumental.
Artículo 3º - La conservación y restauración de monumentos tiende a salvaguardar tanto la obra de arte como el testimonio histórico.

CONSERVACIÓN
Artículo 4º - La conservación de monumentos implica primeramente la constancia en su mantenimiento.
Artículo 5º - La conservación de monumentos siempre resulta favorecida por su dedicación a una función útil a la sociedad; tal dedicación es por supuesto deseable pero no puede alterar la ordenación o decoración de los edificios. Dentro de estos límites es donde se debe concebir y autorizar los acondicionamientos exigidos por la evolución de los usos y costumbres.
Artículo 6º - La conservación de un monumento implica la de un marco a su escala. Cuando el marco tradicional subsiste, éste será conservado, y toda construcción nueva, toda destrucción y cualquier arreglo que pudiera alterar las relaciones entre los volúmenes y los colores, será desechada.
Artículo 7º - El monumento es inseparable de la historia de que es testigo y del lugar en el que está ubicado. En consecuencia, el desplazamiento de todo o parte de un monumento no puede ser consentido nada más que cuando la salvaguarda del monumento lo exija o cuando razones de un gran interés nacional o internacional lo justifiquen.
Artículo 8º - Los elementos de escultura, pintura o decoración que son parte integrante de un monumento sólo pueden ser separados cuando esta medida sea la única viable para asegurar su conservación.

RESTAURACIÓN
Artículo 9º - La restauración es una operación que debe tener un carácter excepcional. Tiene como fin conservar y revelar los valores estéticos e históricos del monumento y se fundamenta en el respeto a la esencia antigua y a los documentos auténticos. Su límite está allí donde comienza la hipótesis: en el plano de las reconstituciones basadas en conjeturas, todo trabajo de complemento reconocido como indispensable por razones estéticas o técnicas aflora de la composición arquitectónica y llevará la marca de nuestro tiempo. La restauración estará siempre precedida y acompañada de un estudio arqueológico e histórico del monumento.
Artículo 10º - Cuando las técnicas tradicionales se muestran inadecuadas, la consolidación de un monumento puede ser asegurada valiéndose de todas las técnicas modernas de conservación y de construcción cuya eficacia haya sido demostrada con bases científicas y garantizada por la experiencia.
Artículo 11º - Las valiosas aportaciones de todas las épocas en la edificación de un monumento deben ser respetadas, puesto que la unidad de estilo no es un fin a conseguir en una obra de restauración. Cuando un edificio presenta varios estilos superpuestos, la desaparición de un estadio subyacente no se justifica más que excepcionalmente y bajo la condición de que los elementos eliminados no tengan apenas interés, que el conjunto puesto al descubierto constituya un testimonio de alto valor histórico, arqueológico o estético, y que su estado de conservación se juzgue suficiente. El juicio sobre el valor de los elementos en cuestión y la decisión de las eliminaciones a efectuar no pueden depender únicamente del autor del proyecto.
Artículo 12º - Los elementos destinados a reemplazar las partes inexistentes deben integrarse armoniosamente en el conjunto, distinguiéndose claramente de las originales, a fin de que la restauración no falsifique el documento artístico o histórico.
Artículo 13º - Los añadidos no deben ser tolerados en tanto que no respeten todas las partes interesantes del edificio, su trazado tradicional, el equilibrio de su composición y sus relaciones con el medio ambiente.

LUGARES MONUMENTALES (CONJUNTOS HISTÓRICO-ARTÍSTICOS)
Artículo 14º - Los lugares monumentales deben ser objeto de atenciones especiales a fin de salvaguardar su integridad y de asegurar su saneamiento, su tratamiento y su realce. Los trabajos de conservación y de restauración que en ellos sean ejecutados deben inspirarse en los principios enunciados en los artículos precedentes.

EXCAVACIONES
Artículo 15º - Los trabajos de excavaciones deben llevarse a cabo de acuerdo con las normas científicas y con la "Recomendación que define los principios internacionales a aplicar en materia de excavaciones arqueológicas" adoptada por la UNESCO en 1956.
El mantenimiento de las ruinas y las medidas necesarias para la conservación y protección permanente de los elementos arquitectónicos y de los objetos descubiertos deben estar garantizados. Además, se emplearán todos los medios que faciliten la comprensión del monumento descubierto sin desnaturalizar su significado.
Cualquier trabajo de reconstrucción deberá, sin embargo, excluirse a priori; sólo la anastilosis puede ser tenida en cuenta, es decir, la recomposición de las partes existentes pero desmembradas. Los elementos de integración serán siempre reconocibles y constituirán el mínimo necesario para asegurar las condiciones de conservación del monumento y restablecer la continuidad de sus formas.

DOCUMENTACIÓN Y PUBLICACIÓN
Artículo 16º - Los trabajos de conservación, de restauración y de excavación irán siempre acompañados de la elaboración de una documentación precisa, en forma de informes analíticos y críticos, ilustrados con dibujos y fotografías. Todas las fases del trabajo de desmontaje, consolidación, recomposición e integración, así como los elementos técnicos y formales identificados a lo largo de los trabajos, será n allí consignados. Esta documentación será depositada en los archivos de un organismo público y puesta a la disposición de los investigadores; se recomienda su publicación".